jueves, 31 de enero de 2013

Efectos.



Existen siempre hojas para caer y existen hojas que se dejan caer por no querer vivir colgadas. La arena del mar no es más que el llanto de la naturaleza hecha realidad. El dolor siempre existe cuando menos lo deseas, y el deseo siempre existirá para que aparezca el dolor.

La tierra produce tierra, el mar produce mar, y el cielo produce cielo. Y así hay cielos, mares y tierras que viven su ciclo sin afectar al resto; así hay amores que desaparecen no dejando efectos.

Notas Escritas.



Recapitulando lo anterior, dejo acá algunas notas escritas en algunos meses pasados; pudiendo ver allí lo atormentado de mi pensamiento...


Encuentras la respuesta.

Me gusta trasnochar. Trasnochar pensando, sólo el pensar en muchas cosas irrelevantes para el día e importantes para la noche. Porque para ser sincero, siempre existen esas noches en que se trasnocha pensando; pensando en el día de ayer, en los que vendrán, en días pasados, en cualquier día en donde se pueda caer para pensar sobre ello. Me gusta pensar que las trasnochadas tendrán algún fruto al día siguiente del que no sea sólo cansancio físico o agotamiento, sino, me refiero a sentir que por tanto pensar encuentras la respuesta al vacío de hacia dónde va la vida.

Nunca me he puesto a pensar hacia dónde va la vida sin tener que pensar hacia dónde va mi vida. Creo que nunca me he puesto a pensar realmente hacia dónde va la vida (y creo que no lo haré). La vida como ente ajeno a realidades de mis emociones o de mis propias experiencias, no es más que un simple deseo. Un deseo egoísta. Es egoísta porque se le da un significado (siempre) de uno mismo. Me cuesta creer que por más que lo intente, podré darle una dirección propia sin verse envuelta en lo que quiero, querré, y estoy queriendo.

Pobre la vida, termina siendo siempre la parte de la parte individual de un todo cuando es todo de lo individual de cada uno.
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Pensar en luz.

Hay que ver luces para saber que existen oscuridades. Es más fácil decir luces que decir oscuridades. Esto se debe a que se tiene el concepto de que la oscuridad es 'mala' y no puede haber más 'maldad' duplicada, siempre será una. Pero fuera de conceptos moralistas. No cabe la idea de oscuridades porque la oscuridad es más fuerte, más misteriosa, y todo lo misterioso siempre tendrá más peso. La oscuridad como ente absoluto.

La luz necesita de otras luces para que sea necesaria. En cambio, la oscuridad por si sola ya es un ente plural. No puede existir una oscuridad en conjunto con otra, no cabe en el esquema aprendido. No existe.

Se sabe que el poder de la oscuridad como totalidad no es más que la ausencia de luz, y la luz como totalidad no es más que ausencia de oscuridad; pero también se sabe que de la oscuridad sale la luz y no viceversa. La oscuridad sin que esté atribuida a un significado determinado, simplemente como absoluta ya es todo, es mucho y sobra.

Otra palabra absoluta es la nada, la nada como oscuridad, nunca como luz. Es imposible pensar en la nada y pensar en luz. Todo esto es debido a que nos gusta pensar que siempre terminaremos en la luz y no caeremos en la oscuridad; pero a mí si me gustaría caer en la oscuridad, en la nada, en lo absoluto... y desaparecer. La luz siempre será débil no como ente, sino, por lo atribuido.
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La lluvia.

Cada vez que llueve tarde o temprano todo se moja, y con respecto a que todo se moja, no me refiero al absolutismo de "todo". Un todo metafórico, poético, imaginario, creyente. La lluvia tiene esa facilidad de entrar y removerte lo más propio de uno; quizás la ira, quizás la tristeza, quizás la alegría o quizás otras emociones. Porque es imposible desligar a la naturaleza de las emociones.

Lo curioso de la lluvia o en sí de la naturaleza, reside en lo que creemos que refleja o queremos que refleje. Y en este caso, la sutileza con que la naturaleza se expresa en
la lluvia, sería la sutileza de hacernos entender que el llanto es parte de la vida (existen llantos de todo tipo, no sólo de tristezas). El poder del llanto es el que nos permite estar conectados con la parte sensible de uno, con nuestra parte íntima, reflejar la naturaleza de nuestro ser, la naturaleza de ser vulnerables, de ser pasajeros, de ser acabables, de ser efímeros, de ser cambiantes, de ser naturaleza, de estar vivos. Al final, la lluvia nos demuestra que después de todo ese llanto, siempre queda algo que se renueva. El sol vendría a ser una sonrisa; pero de sonrisas ya entendemos todo, o al menos queremos creer eso.
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Algunas veces los días que más me paso pensando en un futuro en relación a qué llegaré a tener y a conocer, me pierdo en la idea de si estará alguien a mi lado, y no sólo me refiero relación de pareja; sino, a si mantendré las mismas amistades, aparecerán nuevas personas y si aún estaré con vida para poder disfrutar de lo que llamamos la adultez madura.
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En las noches.

En las noches es más fácil pensar. Las noches se han hecho para facilitarnos el vivir. Creo que las noches son el secreto mejor guardado de cada uno (porque no sólo callamos o dormimos). Creo que son el secreto mejor guardado de cada uno, porque no sabemos lo que escondemos una vez que cerramos… cerramos nuestros ojos, nuestros pensamientos, nuestras relaciones... simplemente cerramos.

Hay lágrimas que rozan por nuestras mejillas sin ver que dibujan caminos, para que nunca más volvamos a recorrer por ahí sin recordar nuestras trochas.

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Me basta y me sobra.

Escuchar música significa para mí una sensación reconfortante, realmente considero que la música eleva nuestro más alto grado de sensibilidad. Si bien existen otras situaciones o experiencias que pueden hacer elevar nuestros otros sentidos a espacios imaginados como puede ser el alimento; tengo una alta consideración a la música como sensibilizadora y embellecedora de la existencia humana. La música nos recrea situaciones, emociones y otras experiencias con un guion de creatividad y naturalidad.
El cine, la lectura y dormir son otras de mis experiencias favoritas, pero nada como la música. No tengo elementos justificables para refutar mi opinión ante otros o apoyarlos en la misma decisión; tan sólo lo sé y lo disfruto. Disfruto saber las infinidades de historias detrás del sonido, de los acordes, de las letras, de las infinidades de personas y pensamientos que se recrean y crean con una sola canción o pista. Me basta y me sobra.
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Curioso mis viajes.



Hace poco acabo de regresar de mi viaje anual. En estos últimos años desde que terminé la universidad (para ser exactos el 2009) me dedico a recibir el nuevo año en un lugar diferente al lugar en donde esté radicando en ese momento. Bueno, esta vez me tocó recibir el nuevo año en la ciudad de Cusco, Perú (Aunque en lo personal me gusta decir “Cosco” como lo llamaban en su lengua nativa los antiguos habitantes de la zona).

Me doy cuenta que los viajes son reconfortantes en mi persona, ya que siempre suelen hacerme ver algún rastro de fantasmas que ya creía superado, pero que aún debo soltarlos por completo. Incluso en estos viajes suelen hacer aparecer por ahí, alguna nueva faceta muy diferente a la que creía tener; sea lo que sea, en este viaje me di cuenta lo mucho que anhelo encontrar la paz. No la típica paz que se desea por buscar un estado de iluminación, sino, todo lo contrario. El anhelo de la paz por considerarme en un estado inestable-atormentado, simplemente por salir de ese estado.

Curioso la primera vez que acepté en este viaje (y en mi vida) la palabra atormentado. Recuerdo poder darme cuenta lo difícil que es hallarme en paz al oír las historias del ya fenecido Imperio Inca y la importancia que daban a las deidades naturales como representación de lo que yo creo en fe que es el poder de Dios. Lo cierto y lo único que pude sentir en este viaje es la paz por querer encontrar la paz. El deseo de salir de mi atormentado estado y hallar ese estado al que denomino paz. No hay un motivo diferente al que no me lleve pensar que lo encontraré por medio de la oración hacia Dios. Más que una petición, una charla con él. Tal como leí en una novela, hay dos formas de encontrar esa espiritualidad: La primera es escuchar, y la segunda hablar; y pues, prefiero optar por ahora por la segunda.

No quiero caer en ser el ferviente católico, porque considero que lo mío no va por ese lado; y tal como decía mi abuelo “la iglesia y la religión solamente sirven para moralizar al hombre”, y puedo moralizarme de otras formas que no me alejen de lo que considero la aceptación de Dios (sea cual sea el Dios) como un confidente mío no sólo en momentos malos, sino, también en los buenos. Creo que no podré disfrutar de su total creación que es la naturaleza, sino puedo estar abierto a aprender y transformarme con cada momento que pueda vivir en otros lugares, personas y soledades.

Por ahora, me reservo el derecho a seguir viendo mi próximo destino y saciar esas ganas de viajar para encontrar la naturaleza de mi ser. Tal como lo aprendí hace mucho tiempo de los japonés, es necesario hacer un viaje de autodescubrimiento para poder emprender a descubrir la experiencia de vivir. Y bueno, como sabrán de algo se empieza.

Realmente curioso como acepté en mi vida esa palabra atormentado. Curioso como quiero aceptar a Dios y su obra. Curioso cómo me di cuenta que me desconozco. Curioso como tengo que aprender a amarme. Curioso mis viajes.

Todo lo que se entierra no significa que eche raíces, y no todo lo que tiene raíces signifique que pueda florecer. Hay pájaros que vuelan y otros simplemente cantan.

Disculpen.

Disculpen la vida.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Definir mi vida.

En estos últimos meses me ha costado esfuerzo; he estado en unos proyectos de vida que me han mantenido alejado de la tecnología en general. Es difícil creer leerme decir proyectos de vida.
¿Pero qué es un proyecto de vida? ¿Qué es mi proyecto de vida? Realmente no puedo definir que es un proyecto de vida o cuál es mi proyecto de vida; ni siquiera puedo decir qué es mi vida. Tan sólo sé  que por momentos me siento un observador. Observador que a veces desentona y otras fluye con la sintonía de la escena. Creo que llegado el momento de poder definir mi vida, sabré que está ya terminó. 

Para que un globo vuele, no basta con tener aire. Basta con creer que vuela por querer que así sea. Hay muchos colores que hacen tu vida blanco y negro, y hay miradas que expresan muchos colores.